Serie A.L.T.A.R. – Recursos

En las pasadas 2 reflexiones enseñé acerca del amor, la lealtad, el tiempo y la actitud; 4 de 5 valores importantes en nuestra vida de adoración a Dios, que incorporé creativamente en el acróstico de la palabra ALTAR. Ahora nos detendremos a reflexionar sobre el quinto y último valor determinante de una vida de adoración ardiente: el manejo de los recursos y riquezas que Dios nos ha dado por su gracia.

Recientemente vi, junto a mi esposa, dos videos documentales relacionados a la industria de alimentos en Estados Unidos. Se trata de las películas: «Food, Inc.» y «Super-size meal». Estos documentales revelan el espíritu de avaricia y materialismo detrás de los alimentos que ingerimos a diario. Las grandes industrias de alimentos, buscando incrementar exageradamente sus ganancias, han sacrificado la salud de los consumidores produciendo alimentos de muy baja calidad y altamente dañinos al organismo. La sociedad está experimentado cientos de problemas y enfermedades, a consecuencia del amor al dinero, como revela 1 Timoteo 6:10: «porque raíz de todos los males, es el amor al dinero». 

El cristiano no debe seguir el espíritu del mundo en relación al manejo de los recursos, sino el modelaje de Cristo. La pregunta que nos demos hacer es: ¿estamos honrando a Dios con los recursos que él nos da? 

Podemos responder a esta pregunta, una vez hayamos reflexionado en la verdad revelada en las Escrituras sobre la sabia administración del dinero.

La Biblia dice en Proverbios 3:9-10 (NVI): «Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas rebosarán de vino nuevo». Adorar a Dios con nuestros bienes es un principio encontrado a lo largo y ancho de las Sagradas Escrituras. Esto tiene una razón de ser clara y evidente, las cosas que nuestro corazón tiene en gran estima, se dan a conocer a través del uso del dinero. Como dijo Jesús en Mateo 6:19-22: «… donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón». La manera en que manejamos el dinero refleja la realidad interior del corazón humano.

La obra redentora de Jesucristo, no se limita a nuestra vida espiritual, también incluye nuestra vida financiera. De hecho es sorprendente, que sea lo primero que aparece en la declaración del profeta Isaías, leída por Jesús en la sinagoga: «El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres» (Lucas 4:18; Isaías 61:1).

La Biblia revela información específica relacionada a los recursos económicos que deberíamos conocer. Estas verdades nos liberan del espíritu materialista y avaro del mundo y nos ponen en la disposición de invertir más recursos en el Reino de Dios:

  • Dios es dueño de todo (Hageo 2:8; Colosenses 1:16; 1 Crónicas 29:11-12; Salmo 24:1). Esta era la fe de John Wesley. Un día cuando se enteró que había perdido su casa en un incendio dijo: «La casa del Señor se quemó, una responsabilidad menos para mi».
  • Dios lo controla todas las circunstancias para sus propios fines (Isaías 46:9-10).
  • Dios lo provee todo (Génesis 22:14; Filipenses 4:19; Mateo 6:25-34; Salmos 37:25)

Una vez entendemos que Dios es dueño de todo lo que poseo, él tiene el control de mi circunstancias y él es Jehová Yireh, nuestro proveedor, estamos listos para entrar en el plan de de Dios para bendecirnos económicamente y la base de este plan es dar con generosidad para toda necesidad del Reino de Dios (Lucas 6:38; 2 Corintios 9:6; Hechos 20:35).

Veamos 10 instrucciones de Dios respecto a la ofrenda reveladas en el Nuevo Testamento:

  • Debemos dar de forma regular y sistemática para las necesidades de la iglesia (1 Corintios 16:1-4).  Podría ser semanalmente según el modelo planteado. Debemos presupuestar nuestra dádiva antes que el resto de los gastos. Una gran idea sería tener un fondo de ofrendas en el hogar para la dádiva semanal y para otras necesidades de urgencia en la comunidad de fe.
  • La cantidad no dependerá de un porcentaje específico obligatorio, sino de la fe del adorador (2 Corintios 9:6-7).
  • Las ofrendas deberán ser administradas por líderes calificados moral y espiritualmente (Hechos 6:2-3)
  • La ofrenda generosa es uno de los indicadores de una conversión genuina (1 Juan 3:17)
  • Debemos dar motivados por la gracia de Dios (2 Corintios 8:1)
  • Debemos dar con gozo y generosamente (determinadamente, sin doble ánimo), aún en circunstancias difíciles (2 Corintios 8:2)
  • Nuestra dádiva debe ser un sacrificio a proporción (2 Corintios 8:3; 2 Samuel 24:24)
  • Debemos dar voluntariamente y ver la ofrenda como un privilegio (2 Corintios 8:4)
  • Debemos dar como un resultado de nuestra total entrega a Dios (2 Corintios 8:5; Romanos 12:2)
  • Podemos dar sin amar, pero no podemos amar sin dar (2 Corintios 8:7-8)

Dar no es difícil, cuando comprendemos que todo se lo debemos a Dios, hemos sido salvos por gracia. No somos dueños de ninguna cosa que poseemos actualmente. Ser buenos mayordomos de los recursos y riquezas que Dios nos da es nuestro deber. Como hemos visto hasta ahora, la adoración no es una cuestión de porcentajes o momentos específicos, sino una cuestión de entrega total al señorío de Jesucristo. Un adorador de Dios, ardiente y apasionado, no tendrá ningún problema en rendirle el altar de su corazón sin reservas. No será difícil rendirle al Señor su amor, su lealtad, su tiempo, sus actitudes y sus recursos, porque toda su vida está rendida a sus pies.

Referencia:

MacArthur, John. ¿A quién pertenece el dinero?. Editorial Portavoz.