En los pasados días he estado meditando sobre la intensa devoción que muchas personas expresan a un Dios falso en contraste con el poco compromiso que muchos cristianos demuestran en su relación con el Dios Verdadero. Los adoran a un dios falso, por lo general, se desbordan en expresiones creativas y muestran total compromiso con su religión. Para ser honesto, es algo que me inquieta profundamente, al ver tantos cristianos, custodios de la verdad revelada, tan tibios y faltos de compromiso.
Es fácil adorar a un Dios que se ve, por mas imperfecciones que tenga, porque no requiere fe. Los cristianos en cambio hemos sido llamados a adorar al Invisible con extrema pasión e intensidad. Al meditar en estas cosas, le pregunté al Espíritu Santo en mi corazón: «¿Por qué no te revelas, por qué no muestras toda tu gloria para que crean en ti?». Su tierna voz me enseñó que si Dios se revelase por completo a la humanidad, la humanidad no tendría la oportunidad de amarle libremente. Él es tan hermoso y glorioso, que nuestro amor sería una respuesta a su esplendor y no a nuestra libre decisión de amarle. Por otro lado, también es una muestra de misericordia, pues una total revelación, acarrea una total condenación para todo aquel que lo rechace.
Adorar al Dios Invisible nos trae recompensa. Esta semana quiero que disfrute una jornada de amor y pasión por el Dios Invisible, al que puedes ver por el momento con los ojos de tu corazón:
Lunes: La creación es la evidencia de la existencia de un Creador Eterno y Poderoso, por eso el incrédulo no tendrá excusa (Romanos 1:20).
Martes: Jesucristo, vino a mostrar al mundo como es el Dios Invisible (Colosenses 1:15-16).
Miércoles: ¡Debemos dar honor y gloria al Dios Invisible! (1 Timoteo 1:17)
Jueves: La fe en el Invisible nos sostiene (Hebreos 11:27).
Viernes: Adorar al Dios Invisible nos trae recompensa (Juan 20:29).
Sábado: La fe agrada a Dios (Hebreos 11:6).
Domingo: Aunque no le veamos, Dios está con nosotros hasta el fin del mundo, mientras obedecemos su comisión de hacer discípulos (Mateo 28:19-20).