(Mateo 6:24-34)
El diccionario dice que «recesión» viene del latín recessĭo y es «la acción y efecto de retirarse o retroceder» (apartarse, separarse, volver hacia atrás). El término es muy frecuente en el ámbito de la economía para hacer mención a la depresión de las actividades económicas. En el contexto de este mensaje utilizaremos el término «recesión» para referirnos a nuestro retroceso en la fe por causa de la ansiedad por las necesidades materiales, es decir, la depresión en las actividades de fe. El punto principal de la enseñanza de nuestro Señor en Mateo 6:24-34 es que nuestra verdadera crisis como cristianos no es la recesión económica sino la recesión en la fe (v. 30).
En original griego la palabra «afanarse» significa «ser dividido», o «partido». La ansiedad por las cosas que uno necesita para sustentar la vida en el día de “mañana” puede literalmente dividirle en dos. Por un momento piensa: “Puedo confiar en Dios para proveer para mis necesidades.” Luego, duda de la provisión de Dios. La voluntad de nuestro Padre Celestial no es que estemos afanados o ansiosos por las necesidades materiales, sino que aprendamos a confiar en su cuidado. Por otro lado, si estamos experimentando este afán, debemos salir del mismo inmediatamente (v.25).
Veamos 5 razones por las cuales debemos salir de la recesión de fe y liberarnos de toda preocupación excesiva por el sustento de la vida:
Estar demasiado preocupado por la provisión económica del futuro, nos introduce en una recesión de fe y nos vuelve insensibles a la realidad presente el Reino de Dios, afectando nuestro comportamiento como hijos de Dios. En el afán de acumular riquezas o en la preocupación excesiva por el sustento, podemos ignorar la necesidad del prójimo y caer en desobediencia a la justicia del Reino de Dios.
Si colocamos en primer lugar las cosas de Dios (primeramente el Reino v. 33), trabajaremos con la intención de construir el Reino, de ayudar a los hermanos y de ganarlos para Cristo con nuestro testimonio, y no por afanes o lucros personales.
Finalmente cuando hablamos de buscar el Reino de Dios, se trata de una acción continua de aprendizaje, intentos, acercamientos, deseos, demandas y peticiones de oración. Es algo que comienza en el pensamiento y se transfiere a la acción. Buscar difiere mucho de la ansiedad, pues esta última es una actividad mental improductiva, pero la búsqueda siempre terminará en el resultado de hallar, especialmente cuando se trata del reino de Dios (Lucas 11:9; 12:32).
El creyente diligente en la búsqueda del Reino de Dios y su justicia, tendrá una cosecha doble. Recibirá todo los beneficios de la vida espiritual, más tendrá una cosecha material garantizada para el sustento de su vida, familiares y hermanos de la fe. Dile a la tu corazón «se acabó la recesión, mi Padre está en control!
Lecturas de hoy:
Isaías 49:8-16
Salmos 115:1-8
1 Corintios 4:1-13
Referencias: