“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.”

Después del ¡Auxilio!

Salmos 46:1 dice: “Dios es nuestro amparo y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.” 

Cuántas veces hemos declarado este verso al estar en profundo dolor a causa de las diversas situaciones que como seres humanos podemos pasar: ansiedad, angustia, soledad, problemas financieros, pérdida de una casa por una inundación o un fuego, problemas matrimoniales o familiares, pérdida de un empleo, necesidad de un empleo, una enfermedad que el médico acaba de diagnosticar, o un dolor que atormenta nuestro cuerpo. Tal vez su situación es un hijo que está en el alcohol o en drogas o un padre o madre que llega a la casa embriagado en las noches. Puede haber cientos de ocasiones donde tendremos la necesidad de clamar un ¡Auxilio! Señor, ¡Ayúdame! 

Pero la pregunta que le hago es: ¿Cuántas veces ha clamado a Dios y Él le ha respondido? ¿Cuántas veces ha pedido que le ayude en X o Y situación y ha visto Su amor, Su provisión, Su intervención divina y ha reconocido que fue gracias a Él?

Tal vez la contestación a esa pregunta es: Wao! Verdaderamente yo he visto como Dios me ha suplido:

  • Cuando le pedí un empleo, Él proveyó. 
  • Cuando le pedí que me sanara, Él me sanó.
  • Cuando le pedí por un/una compañer@, conocí a mi espos@.  
  • Cuando le pedí que restaurara mi matrimonio, vi cómo lo hizo. 
  • Cuando los médicos me desahuciaron, Dios me extendió la vida y me sanó.
  • Cuando me dijeron que no podía tener hijos, ahora soy mamá o papá.
  • Cuando le pedí a Dios por mi hijo, por mi hermano, por mi padre/madre, vi el cambio y la transformación. 

Todos podemos testificar de cómo hemos visto a Dios socorrernos a nuestro ¡Auxilio!

Pero le pregunto: ¿Qué pasó después que gritó ¡AUXILIO! y Él le socorrió? 

Hay una anécdota muy conocida de Pedro cuando caminó sobre las aguas, la cual se encuentra en Mateo 14:22-33 en esta historia vemos como:

  • Quien le pidió a Jesús caminar sobre las aguas fue Pedro. (Pedro pidió lo que podemos llamar ver un milagro.) (v.28) 
  • Jesús le dijo, ven. (Jesús le concedió su petición)(v.29)
  • Pedro CAMINÓ sobre las aguas. (Experimentó el milagro)(v29) 
  • Pero cuando Pedro comenzó a sentir los vientos, proceso el cual indujo afectar su fe, se hundió (v.30).

Le pregunto: 

¿Qué vientos pueden estar afectando nuestra fe? Puede ser acaso lo que estamos escuchando, lo que estamos leyendo, lo que estamos viendo, lo que estamos confesando, lo que nos enseñaron en un pasado, o experiencias negativas que hemos vivido, pensamientos negativos, tentación al poder, al dinero, a la fama, a una posición económica… 

¿Puede acaso el milagro que pidió producir que su fe mengue, luego de verlo efectuado? Pedro luego de experimentar el milagro que pidió, al sentir los vientos dice que tuvo temor y a consecuencia del temor (poca fe) se desenfocó y se hundió. Van a venir momentos que luego de ver tu milagro puede venir la duda, el conformismo, la pasividad, y poco a poco sentirás que te hundes, que tu fe y tu dependencia de Dios va desapareciendo.  Luego de ver el milagro podemos sentirnos muy cómodos y olvidarnos que Dios fue quién produjo el milagro que tanto anhelamos. Esto nos puede desenfocar y llevarnos a una vida de satisfacción propia dónde se nos puede olvidar momentáneamente que fue Dios quién te proveyó, quién te restauró, quién te levantó, en fin quien respondió a tu ¡AUXILIO! 

Por tal razón quiero compartirle un devocional diario con algunos consejos bíblicos para que los practique diariamente y se mantenga enfocad@ en su diario vivir:

Lunes: Diariamente preséntese ante el Señor en oración con acciones de gracias (peticiones ya contestadas) Separe una libreta para que no se le olviden. (Filipenses 4:6, Colosenses 4:2)

Martes: Memorice la Palabra, repitiendo un mismo verso por siete días, para que sea escrito en su mente y su corazón por siempre.  (Deuteronomio 6:6, Proverbios 3:3) 

Miércoles: Escriba lo que Dios ministre a su corazón a través de Su Palabra. (Deuteronomio 6:9)

Jueves: Escriba sus peticiones y qué hará cuando las vea realizadas. De esta manera se prepara para recibir su petición y no olvidar sus promesas que hace al Señor. Escribir es una acción bíblica la cual nos ayuda a recordar lo que Dios puso en nuestro corazón para mantenerlo como evidencia (Éxodo 17:14, 34:27, Isaías 30:8).

Viernes: Busque un iglesia para congregarse, de esta manera podrá compartir con herman@s que al igual que usted necesitan apoyo en oración y un abrazo que les haga sentir que no están solos.  No sólo recibirá bendición, sino que será de bendición a otros. La iglesia es el lugar donde juntos crecemos espiritualmente, y tenemos la oportunidad de servir de cómo Jesús nos enseñó. (Lucas 22:32, 1 Corintios 12:28).

Sábado: Escuche mensajes que le edifiquen, música que exalte al Señor y le motiven adorar a Dios,  lea artículos y libros que le motiven a vivir en una vida de adoración, de entrega al Señor y aumenten su fe en Jesús, sobre todo haga de la Palabra de Dios su libro favorito y descubra el mayor tesoro de todos los tiempos (Romanos 10:17, Hebreos 11:7, Juan 5:39).

 Domingo: Recuerda que Dios desea bendecirle, prosperarle en todo, pero acuérdate de reconocer siempre que Él le ha dado la inteligencia, salud, y ha abierto camino para bendecirle. Nunca piense que todo lo que ha logrado es por su propia fuerza. Reconózcalo y será bendecido (Deuteronomio 8:11-20).

Una de las persona que podemos decir no se desenfocó luego de haber sido rescatado y tener un encuentro con Dios, fue el Apóstol Pablo. Hechos 26:22 dice: “Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder”.  Pablo pasó por muchas circunstancias difíciles para poder servir al Señor en medio de su nación. Pero él se mantuvo enfocado haciendo lo que estaba llamado hacer, llevar el mensaje de salvación a todos, predicando la Palabra de Dios, dándoles testimonio. 

Muchas veces he escuchado personas decir: “No salgo de una, para meterme en otra” refiriéndose a qué sienten no salir de los problemas cuando ya tienen otro por resolver. Si esto le está sucediendo le invito a poner en práctica los consejos bíblicos, antes mencionados y verá que enfrentará las situaciones con una mentalidad distinta, recuerde no espere diferentes resultados haciendo lo mismo. Prepárese para mantenerse firme y con fe después del ¡AUXILIO!