Introducción:
Si somos ciudadanos del cielo como dice la Escritura, ¿por qué Dios nos ha dejado aquí por espacio de 2,000 años? ¿A caso no sería mejor recibir la salvación y ser raptados al cielo en el mismo instante?
Primera Lectura: Juan 17:15-23
Jesucristo nos ha enviado al mundo (gr. apostello kosmos) con una misión específica. Somos la representación del Reino de Dios, los embajadores del Rey.
El poder de la Iglesia del Señor en el mundo deber ser evidente y lo podemos resumir en dos facetas indispensables: ser sal y ser luz.
Tema: El Poder de la Iglesia en el Mundo
Lectura: Mateo 5:13-16
Jesucristo espera que seamos la sal de la tierra
La sal, NaCl o cloruro de sodio, tiene más 13,000 usos. La sal es tan útil que fue considerada divina en la cultura de Grecia y Roma. La palabra «salario» viene de la práctica antigua de ofrecer sal como recompensa por el trabajo.
En la red encontré 12 efectos positivos de la sal en el cuerpo humano:
- Mantiene el nivel de los líquidos en el cuerpo
- Medida preventiva más eficaz para evitar el cretinismo, el retraso mental, los abortos y el bocio endémico, así como la caries.
- Evita náuseas, calambres e incluso convulsiones provocados por la falta de sal.
- Es esencial para la generación de energía hidroeléctrica en las células del cuerpo.
- Ayuda a mantener la presión arterial en niveles apropiados.
- Es necesaria para limpiar los pulmones, especialmente en casos de asma y fibrosis quística.
- Es necesaria para que todas las células del organismo mantengan un equilibrio normal de líquidos.
- Proporciona la cantidad necesaria de minerales como sodio, potasio, calcio, fósforo, hierro y yodo.
- Aporta dureza a los huesos, ya que el 27% de la sal del cuerpo se encuentra en éstos.
- Los iones de cloruro son secretados en el jugo gástrico como ácido clorhídrico, esencial para la digestión.
- Ayuda a evitar calambres o contracciones musculares.
- Juega un papel fundamental en el regular funcionamiento de músculos y nervios.
Entonces, ¿por qué Jesús nos llama la sal de la tierra? Porque nos ha capacitado con el poder para impactar al mundo, así como el poder de la sal en los organismos.
- La Iglesia de Cristo provee el balance que impide la total corrupción de la humanidad.
- La Iglesia de Cristo promueve la sanidad del pensamiento humano.
- La Iglesia de Cristo muestra al mundo cómo vivir como una ofrenda agradable a Dios (Levítico 2:13).
- La Iglesia de Cristo debe interactuar con el mundo para provocar la Sed de Dios.
- La Iglesia de Cristo debe darle el verdadero gusto y sazón que la vida debe tener.
- La Iglesia de Cristo, sobre todo, promueve la reconciliación del hombre con Dios a través de la fe en Cristo y esto a su vez es la manera en que Dios preserva las almas de la muerte eterna (Mateo 28:19 «… haced discípulos»).
Jesucristo espera que seamos la luz del mundo (Juan 8:12; Hechos 13:47).
Una Iglesia entregada completamente a Dios y que experimenta una intensa devoción por Jesucristo, es una iglesia ardiente por el fuego de Dios en el altar de su corazón y si hay fuego hay luz!!!!
- Somos lumbreras de Cristo, reflectores o emisores de la verdadera luz (Filipenses 2:15, Juan 5:35).
- La expone lo que está oculto en tinieblas.
- La luz identifica la realidad y elimina la mentira (como el niño que ve cosas raras en su cuarto).
- Los cristianos deben presentar la luz de Cristo ante la humanidad de tal manera que las gentes vean qué clase de vida es la que practican los discípulos de Cristo; y viéndola, glorifiquen al Padre por haber redimido, transformado y ennoblecido a los hijos pecaminosos de la tierra, y les sea ofrecida la oportunidad de una transformación y una redención similares. (Jamieson, R., Fausset, A. R., & Brown, D. (2002). Comentario exegético y explicativo de la Biblia – tomo 2: El Nuevo Testamento (31). El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones)
Conclusión:
El primer paso es recibir el poder del Reino en nuestro mundo interior, para luego poder impartirlo a nuestro mundo exterior.
Dios nos ha llamado a ser una Iglesia Poderosa e influyente en el Mundo, APOSTELLO KOSMOS. Es tiempo de pararnos firmemente en nuestra posición como cristianos en el mundo. No es tiempo de alejarnos intimidados por las fuerzas del mal, sino tiempo de introducirnos como agentes de cambio y revolución.