Por: Freddy Miller Santana
Verdad principal: Cuando tenemos un estilo de vida de adoración apasionada por Cristo su humildad y mansedumbre se desarrolla en nuestro carácter. Veamos Gálatas 5:22-23.
Gálatas 5:22-23 (Nueva Versión Internacional)
En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.
Decidí comenzar con el tema de la humildad pues creo firmemente que necesitamos reflexionar y hablar mucho más de esta virtud del carácter de Cristo, pues creo que ha sido olvidada en muchas de las predicaciones de nuestros días. También porque es un tema que el Espíritu Santo lleva un tiempo ministrando a mi corazón fuertemente y quiero compartir con ustedes lo que he aprendido. Jesús dijo en:
Mateo 11:29b (NVI) […] aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón […]
Sobre el tema de la humildad creo que hay un desconocimiento general, debido a enseñanzas tergiversadas y falsos ejemplos que se han dado. Primeramente es importante señalar nuestra medida de la verdadera humildad. La medida es Jesús, él es el varón perfecto y su vida es el modelo supremo de esta virtud. Cualquier otra medida es falsa y mentirosa. Así tenemos que partir de modelo de Cristo para conocer qué es la humildad y lo que no es. En la medida que adoramos al Señor y profundizamos en nuestra relación diaria con él, somos transformados a su imagen. Por consiguiente somos llevados a una vida de verdadera humildad por medio de la acción de su Espíritu en nosotros. No podemos ser humildes verdaderamente si no estamos llenos de Cristo por medio de su Espíritu y para ello debemos primero recibir la salvación por la fe en Jesucristo.
2 Corintios 3:18 (Reina-Valera 1960)
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
La vida de adoración es en sí es una vida de humillación – cuando adoramos nos postramos y reconocemos la grandeza de aquel que es digno de nuestra adoración. Si nos postramos ante un ídolo, finalmente obtendremos una falsa humildad y terminará por producir frutos amargos en nosotros y en los que nos rodean. Sólo al adorar a Jesucristo como verdadero Dios, se produce verdadera humildad en nuestro carácter, pues sólo él es la Verdad Absoluta (Juan 14:6).
Podemos definir la humildad como la virtud del carácter cristiano mediante la cual reconocemos nuestra dependencia total del Señor, nuestra interdependencia con nuestros hermanos y desarrollamos una actitud de servicio. Veamos a fondo estos elementos con algunas citas de referencia:
Dependencia total de Jesucristo (Juan 15:4)
En Cristo somos uno y somos interdependientes (Juan 17:23, Gálatas 3:26-28)
Actitud de servicio (Mateo 23:5-12, Mateo 20:25-28, 1 Corintios 13:4-5)
El conocimiento de Cristo nos transforma hacia un carácter humilde (Filipenses 2:1-11).
Conductas contrarias a la humildad que debemos erradicar de nuestra conducta por medio del conocimiento de Cristo:
Finalmente, ser humilde tiene grandes recompensas (1 Pedro 5:5-6, Mateo 5:5).